tag:blogger.com,1999:blog-8254638603597311542024-03-13T13:41:51.328-07:00PsicolocopaticoPsicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.comBlogger11125tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-655961907821271172009-09-23T21:29:00.000-07:002009-09-23T21:33:16.400-07:00Las horas de fama<div align="justify">Esa noche, sentada frente al televisor, recordó cada uno de los acontecimientos de su vida sin poder contener el llanto. Rescató de la memoria los aromas, las palabras, los lugares; y todo aquello que aparentemente se había borrado de su mente con el paso de los años.<br />Su niñez en la casa de sus padres: una covacha de habitaciones solitarias y de ecos que retumbaban en las pálidas paredes de cemento. Se acordó también de Elvira, la sirvienta, con quien compartía la mayor parte del tiempo. Se sentaban juntas a ver las novelas de la tarde. Elvira bromeaba con ella diciéndole que, algún día, sería la protagonista de una historia melodramática, pues, desde pequeña gozaba de una gran belleza. Además, su nombre era igual al de su personaje favorito: María la del barrio. Desde entonces, sus sueños y anhelos pertenecieron a ese mundo, al que está dentro de una pantalla. Creció con la idea de que encontraría un galán que la haría feliz y que viviría envuelta de glamur, con el estilo de una diva.<br />–Tal vez por eso caí como una tonta en manos de ese canalla- se reprochó un día negando con la cabeza y limpiándose las lágrimas.<br />Se lamentaba haberlo conocido pero más aún, haberse enamorado con tanta vehemencia. Por él interrumpió su pubertad y dejó atrás a su familia, su hogar, y su ciudad natal a los catorce años. Ahí empezó una vida que no se asemejaba en nada a los sueños acumulados en la vieja casa de sus padres. Poco después aquél canalla, como ella le decía, se fue con otra mujer y la dejó sola y sin un centavo. Entonces rondó de trabajo en trabajo recibiendo abusos y maltratos, sin poder salir de aquella mala racha en la que había caído. Hasta que, por cosas del destino, fue a dar al “Bongalius”, un club nocturno de gran prestigio.<br /> Las chicas que trabajaban en aquel célebre lugar, tenían que pasar por un riguroso proceso de selección. Además de una figura dotada de singular hermosura, eran evaluadas en destrezas como el baile, conocimiento de historia, ciencias y política. María pasó todas las pruebas sin mayores dificultades. Durante los dos siguientes años desfiló desnuda sobre la pasarela despojada de todo pudor. Los clientes, entre ellos algunos distinguidos diplomáticos y empresarios multimillonarios, se disputaban cada noche el placer de su compañía.<br />Uno de estos importantes asiduos del Bongalius era Rafael García, un exitoso productor de televisión que se había enamorado de María y planeaba sacarla de ese mundo. Le propuso un trabajo en un nuevo programa que estaba por estrenarse. María sintió, una vez más, el fascinante anhelo de la fama. Volvió a soñar con una vida de lujos: restaurantes elegantes, ropa de alta costura, todo dentro del exclusivo mundo del espectáculo. Ya podía sentir sobre su rostro el resplandor de los flashes de las cámaras. Hasta se le dio por imaginar lo que respondería en una entrevista improvisada en caso de ser sorprendida, por algún reportero de la farándula, en el supermercado o a la salida del cine.<br />Era tal el entusiasmo que abandonó el trabajo del Bongalius sin ningún reparo. En las siguientes semanas se preparó con gran esmero para el día de su debut. Debido a que Rafael no le dio detalles de la temática del programa ni del papel que desempeñaría, se adiestró de tal manera que se sentía segura de poder cumplir con cualquier función: Conductora, presentadora de noticias, corresponsal de entretenimiento, encargada de la sección del clima, asistente de producción, actriz de reparto. No tenía dudas de su talento.<br />El día del inicio de la filmación sintió un poco de nervios, tal como los había tenido el primer día en el Bongalius. Llegó al canal a la hora que le habían señalado. Rafael la saludó rápidamente, en medio del estrés de la preparación y la dejó a cargo de uno de sus asistentes. Sin perder ni un segundo la llevaron hacia un camerino donde la esperaba la maquilladora. Luego un estilista retocaba su cabello y finalmente el asistente, que aún no le había explicado qué era lo que iba a hacer, la trasladó a una habitación vacía donde tenía que cambiarse apenas llegara el vestuario.<br /> Esperó unos minutos aplacando los nervios con buenas corazonadas. Entonces llegó Rafael, la elogió por su belleza y luego le deseó buena suerte. María le preguntó qué era lo que iba a hacer, él la miró como tratando de transmitirle confianza y le dijo: -Solo tienes que sonreír, todo el tiempo, con esa risa encantadora y cada vez que yo mande a corte empiezas a bailar. Recuerda: siempre sonriendo- Antes de que ella pudiera pronunciarse, el galán de su melodrama abandonó la habitación y el asistente entró con el vestuario que no era más que un pequeñísimo biquini, de una calidad muy inferior a los que acostumbraba a usar en el Bungalius y le dio cinco minutos para cambiarse.<br />Esa noche, ya en su casa, vio el gran estreno de “Sábado de la Fortuna” y supo que su carrera en televisión había sido fugaz. La vergüenza insólita que le impidió sonreír durante la grabación la invadió nuevamente al ver su cuerpo profanado en la pantalla. Entonces, hurgó en su mente algún vago recuerdo y soltó la primera lágrima.</div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-60422906429534425432009-09-01T22:01:00.000-07:002009-09-14T11:31:08.537-07:00Quiero estar entre tus cosas<div align="left"><span style="font-family:georgia;font-size:85%;"><em>Dedicado a María Gabriela Epumer</em></span></div><div align="right"></div><div align="right"></div><div align="right">En el tabaco, en el café, en el vino,<br />al borde de la noche se levantan<br />como esas voces que a lo lejos cantan<br />sin que se sepa qué, por el camino.<br />Julio Cortázar<br /></div><div align="justify"><br />Aún se ven los surcos de tus pasos sobre la alfombra, camino a la ventana por donde te gustaba verme llegar. El cenicero junto al sillón, sigue repleto de colillas pintadas de labial rojo y consumidas hasta el último aliento. Puedo imaginarte con la mirada fija en el vacío, dejando escapar el humo de tu boca y recreando alguna fantasía. Lo sé, siempre supe todo de ti porque en tantos años jamás dejé de observarte. Ahora que estoy aquí, como un intruso en tu apartamento, me desespero ante tu ausencia. Te busco entre tu ropa, entre tus libros, en los perfumes. Me desvelo contemplando tus fotos que cuelgan de las paredes; y te escucho en las canciones que solíamos cantar.<br />¿Cómo pudiste abandonarlo todo con tal ingratitud? ¿Pensabas que nadie iba a notarlo? Así tan de repente, como si un viento inexplicable te hubiera despegado los zapatos de la tierra, arrastrándote por los aires hasta dejarte colgada entre las nubes. Lejos, muy lejos de mis manos que ahora tocan tus vestigios en cada objeto, en cada aroma, en cada silencio. Todo me recuerda a ti; a tus ojos desmesurados; a tu cabello esmaltado con el brillo de la noche y a tus labios, fuente de las palabras más dulces.<br />Ahora tengo entre mis manos aquel cuaderno en el que escribías tus secretos. Voy pasando sus páginas, una a una, pero no las leo. Sólo acaricio tu letra con mis ojos porque al fin de cuentas, quién soy yo para conocer tus misterios. Si me basta con haber compartido aquel laberinto de tus días, aquella vida que, aún envuelta en la rutina, me sorprendía a cada instante.<br />Y acaso no fue sorpresa que te fueras sin siquiera despedirte. Dejándolo todo tal cual como lo viviste antes de marcharte. La taza de café sobre la mesa, la televisión prendida, el libro que leías cada noche, antes de dormir, con el separador en la página donde finalmente perdiste la batalla contra el sueño.<br />Sobre tu almohada, todavía persiste el aroma de tu pelo. Sobre las sábanas, aún se dibujan nuestros cuerpos como en la otra noche. Aquella última noche en la que me apretabas contra tu pecho, delirante, ansiosa de alcanzar el clímax. Con la misma intensidad del ataque de una fiera, a punto de despegar.<br />Sólo ahora entiendo que no volveré a tenerte entre mis brazos. Que tu voz, simplemente, se ha quedado dando vueltas en mi memoria. Que tu cuerpo yace dentro de una caja y que reposará para siempre con el resplandor de un recién nacido que solamente duerme. Mientras todos los que te conocieron lloran sin que sus lágrimas puedan despertarte, yo prefiero estar entre tus cosas, tratando de colarme en tu eterno sueño.</div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-37511239793641080022009-08-24T15:49:00.000-07:002009-08-24T22:34:15.363-07:00Yo no he sido<div align="justify"><br />Aún en la oscuridad estoy siendo trasladado por dos policías hacia algún lugar que desconozco. Escucho el quejido de una puerta que se abre y soy lanzado al interior de una habitación. Apenas logro incorporarme recibo un golpe fortísimo en el estómago y oigo los insultos que descargan en mi contra. Me sientan en una silla, me toman del cabello y golpean mi cabeza contra una mesa sobre la cual queda mi cuerpo desparramado. Entonces quitan la venda de mis ojos. Solo puedo ver imágenes desenfocadas y el reflejo de una luz que se mueve en un vaivén sobre mi cabeza. Luego levantan mi rostro. La inquieta luz me revela la identidad de uno de los policías. Me está acusando de una serie de delitos, de actos atroces e inmorales. Amenaza con romper uno a uno mis huesos o arrancarme las orejas si no le digo lo que quiere. Pretende que me confiese culpable, pero soy inocente, ¡lo juro! ¡Soy inocente!, ¡inocente! ¡Inocente!<a title="" style="mso-endnote-id: edn1" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_edn1" name="_ednref1">[i]</a> Ese es el sueño recurrente, lo tengo cada noche, una y otra vez ¿me estoy volviendo loco? Doctor, usted tiene que ayudarme. Yo soy un hombre tranquilo. Sólo pienso en mis asuntos, hasta estoy escribiendo una novela. Sí, una novela. Mi hermano es el personaje principal. Claro que él no lo sabe. Si lo supiera me mataría pero no hay alternativa, tengo que buscar inspiración en lo que está a mi alcance. Yo casi no salgo de mi habitación, no tengo amigos, ni novia, ni nada. ¿Qué podría contar sobre mí? En cambio, él siempre se está metiéndo en líos y, aunque no nos llevamos bien, yo siempre me entero de sus andanzas. De ahí que tengo mucho material para contar en mi novela.<a title="" style="mso-endnote-id: edn2" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_edn2" name="_ednref2">[ii]</a> Bueno, como le dije, mi hermano y yo somos muy diferentes. Desde que éramos niños. Yo siempre tranquilo, responsable, honesto, en fin. Por el contrario, él era un niño inquieto y malcriado. Un engreído acostumbrado a salirse con la suya. Aún recuerdo cuántas veces recibí castigos por su culpa. Me acuerdo cuando teníamos ocho años.<a title="" style="mso-endnote-id: edn3" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_edn3" name="_ednref3">[iii]</a> Toda la familia fue invitada a una fiesta en casa de unos vecinos. Ellos tenían una hija de la edad de mi hermano por lo cual nos fuimos a jugar a su cuarto mientras los adultos se divertían en la sala. En la habitación había una mesita con pequeñas tazas, una cocina de juguete, un paraguas y una muñeca en un cochecito de bebé. Recuerdo que mi hermano le propuso que jugaran al papá y a la mamá. Entonces él llegaba cansado del trabajo y dejaba su paraguas colgado en la puerta de la habitación mientras ella lo recibía con un abrazo y lo invitaba a sentarse a la mesa. Le servía una deliciosa cena que le había preparado con ensalada, crema de cebolla y un filete especial hecho con plastilina. Luego tomaban juntos el té, entrelazando sus manos bajo la mesa como si algún adulto los estuviera mirando. Entonces llegaba la hora de dormir<a title="" style="mso-endnote-id: edn4" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_edn4" name="_ednref4">[iv]</a> y juntos se iban a la cama cubierta con un hermoso edredón rosado. Mi hermano le dijo que los esposos deben quitarse la ropa antes de dormir, pues, para eso se habían casado. Ella aceptó sin reparos. Se quitaron sus prendas, se metieron en la cama y se abrazaron. Cuando despertaron, los padres de la niña, que habían entrado súbitamente a la habitación, hicieron un escándalo y la culpa de todo cayó sobre mí, pues, mi hermano logró inculparme antes de desaparecer del lugar. Entonces me llevaron hacia donde estaban mis padres. Me regañaron frente a todos los invitados. Sentí como me señalaban y se burlaban. Fue una gran humillación. Un momento tan vergonzoso que jamás olvidaré<a title="" style="mso-endnote-id: edn5" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_edn5" name="_ednref5">[v]</a> Lo ve doctor, esa es la relación que tengo con mi hermano. Siempre pagando sus culpas, recibiendo sus castigos. Son tantas las cosas que él ha hecho y que yo he tenido que pagar, que me pasaría el día entero contándole.<a title="" style="mso-endnote-id: edn6" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_edn6" name="_ednref6">[vi]</a> Bien doctor, dígame, ¿cómo curar mis pesadillas?</div><br /><br /><a title="" style="mso-endnote-id: edn1" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_ednref1" name="_edn1">[i]</a> El doctor trata de calmar a su paciente mientras toma nota de lo que le ha dicho.<br /><a title="" style="mso-endnote-id: edn2" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_ednref2" name="_edn2">[ii]</a> El doctor le pide al paciente que hable más a cerca de la relación con su hermano.<br /><a title="" style="mso-endnote-id: edn3" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_ednref3" name="_edn3">[iii]</a> El doctor sale del consultorio sin que el paciente se de cuenta.<br /><a title="" style="mso-endnote-id: edn4" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_ednref4" name="_edn4">[iv]</a> El doctor vuelve sigilosamente, masticando aún el último pedazo de hamburguesa, y se sienta sin causar interrupción.<br /><a title="" style="mso-endnote-id: edn5" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_ednref5" name="_edn5">[v]</a> El doctor le pide a su asistente que le traiga la carpeta con los datos del paciente.<br /><a title="" style="mso-endnote-id: edn6" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=825463860359731154#_ednref6" name="_edn6">[vi]</a> El doctor revisa el historial del paciente y descubre que es hijo único.Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-23807601698389928642009-08-12T12:07:00.000-07:002009-09-01T22:12:03.034-07:00El dinosaurio atorado<div align="justify">Cuando despertó el dinosaurio aún seguía ahí: atorado en medio de la escenografía. El Parque Jurásico se veía imponente. La creación siempre fue su lado fuerte, pensó Steven, sentado en su silla de director, pero por qué su obra más sublime tenía que atascarse en medio de todo. Por un momento creyó que debía volver a las viejas prácticas del cine pero luego decició seguir. El dinosaurio se quedará ahí por toda la eternidad.</div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-49752795059568378582009-08-03T17:24:00.001-07:002009-09-14T12:45:46.594-07:00El Deslumbramiento de las Almas<div align="justify"><br />Sus pasos retumbaban contra las paredes del salón en el Museo Municipal. Marcos Lopez era un artista reconocido aunque muy poco valorado por la comunidad. En realidad, su reconocimiento se debía a su carácter emprendedor y su persistencia. Creía siempre tener ideas fabulosas, únicas, revolucionarias. Estaba realmente convensido de que su ingenio y creatividad le habían sido otorgados como un don natural que le permitía ver más allá que el resto de los mortales. Sin embargo, inexplicablemente, ninguna de sus obras había recibido el favor de la crítica. Cada vez que intentaba alcanzar la cima, se precipitaba estrepitósamente. Iba de tumbo en tumbo, de fracaso en fracaso. Por eso, esa noche era tan importante. Todos los recuerdos acumulados en el transcurso de ese tiempo habían de desembocar en aquel instante mientras caminaba por los amplios pasillos, afinando los últimos detalles de la Muestra artística más grandiosa, más reveladora y más controversial de la historia.<br /><br />Lo que realmente le preocupaba eran los acontecimientos que podrían sucintarse en caso de que la gente no comprendiera el verdadero concepto de la obra. El asunto podría resultar tan grave que incluso corría el riesgo de tener que pagar las consecuencias con su propia vida. Tal vez el mundo no estaría listo.<br />Aún faltaban diez minutos y todo estaba listo. Encendió las luces del Museo que hasta entonces había permanecido en la penumbra. Era un lugar infinitamente amplio. Impregnado de un aroma sepulcral y húmedo. Las telas que cubrían cada una de las obras habían sido retiradas. Solo quedaba esperar que el reloj marque las nueve para que las puertas se abran y la gente, que hace más de una hora esperaba en exterior del edificio, pueda pasar. </div><div align="justify"><br />Cuando llegó el momento, la multitud colmó el sitio de tal manera que tuvieron ubicarse uno tras otro, haciendo fila, para iniciar el recorrido. Marcos, en persona, fue el encargado de dirigir al grupo y de proveerles de la información necesaria. Mientras caminaba les iba explicando: “A su derecha pueden observar catorce cerebros humanos, sumergidos en un líquido compuesto de sales de Litio y Tecnecio lo cual permite que sus tejidos se mantengan intáctos al igual que su funcionamiento” </div><div align="justify"></div><div align="justify">La gente respondió con asombro. El líquido en el que se encontraban sumergidos los órganos tenía un color distinto para cada uno, lo cual le daba un toque particular a todas las piezas. Se podía escuchar los murmullos de la gente que discutía sobre la postura estética que debían adoptar frente a tales objetos. Cada uno interpretaba a su manera el pequeño título con que el autor había nombrado a cada elemento de la muestra: "Alcalaca" "Planeando sobre el plateado" "hambre reciclada" "Alerta el miedo"</div><div align="justify"><br />Continuaron por el segundo pasillo donde había catorce cápsulas de vidrio. Cada una tenía dentro el cuerpo de un niño con la cabeza destapada y los ojos abiertos. Lo increíble era que, al igual que sus cerebros, los cuerpos continuaban con vida. “Como podrán ver, cada cuerpo corresponde al cerebro según su color. A la izquierda de cada cabina hay una pantalla que muestra los latidos y la presión arterial.” No había duda de que lo que estaban viendo era algo desconcertante. A través de los ojos de las criaturas se podía percibir su estado de ánimo. Detrás de los cristales parecían ángeles de mirada profunda y pura. </div><div align="justify"><br />Finalmente llegaron al tercer pasillo donde se encontraba la parte más asombrosa de la exhibición. Se trataba del mismo número de frascos de distintos colores donde flotaban como soplo de nube, las almas de los niños. Parecían danzar en aquel pequeño espacio. Giraban sobre sí mismas proyectando la luz como en un prisma que llenaba toda la sala con mil colores. La gente, atónita por aquella extraordinaria obra colmó el sitio con aplausos y felicitaciones dirigidas al Artista. </div><div align="justify"><br />Marcos saboreó la gloria. Recibió con gesto de falsa humildad cada palabra de congratulación. Nadie podía creer lo que había visto. Todo el mundo parecía haber entrado en un estado de catarsis, como si la vida se hubiera iniciado con más intensidad luego del deslumbramiento de las almas. </div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-32997169776868393802009-07-20T05:54:00.000-07:002009-07-31T12:32:55.839-07:00Tele-sus-sesos<div align="justify"><br />El invierno se había extendido hasta el mes de julio y la lluvia se precipitaba cruelmente sobre la ciudad. Las luces, en la cima de los postes, parpadeaban una tras otra como si estuvieran anunciando un paro radical hasta el amanecer. En una de las casas de un barrio residencial una pareja de esposos iniciaba una discusión:</div><div align="justify"><br />— ¡Qué raro! No encuentro ese collar que me regalaron tus padres el día de nuestro aniversario.<br />— ¿Cuál, ese de diamantes con el que presumías en la fiesta de los García?<br />— No, el de oro blanco con zircón que me puse en la graduación de Ricardito<br />— Ah, ese… ¿no lo habrás perdido en alguna de tus reuniones de los jueves?<br />— Claro que no, hace tiempo que no lo uso. Debería estar aquí.<br />— Búscalo bien que en esta casa no entra ningún extraño, ¿Quién se lo va a robar?<br />— La gringa<br />— ¿La gringa?<br />— Quién más podría ser, ya sabes que los gringos no son gente de confiar<br />— No pensabas lo mismo hace tres meses, cuando hiciste que la contratara, yo sabía que había algo raro en ella, por eso no quería que se quedara pero tú insististe tanto que…<br />— ¿Qué más podía hacer?, justo esos días nos quedamos sin empleada. Yo no puedo sola con todos los trabajos de la casa<br />— Tú nunca puedes sola con nada. Mejor busca esa pendejada y deja de hacer escándalo.<br /><br />En la habitación contigua, la cama vacía esperaba al hijo de la pareja que, a esas horas de la noche, perdía hasta el respeto en uno de los casinos de la ciudad.<br />Mientras tanto, en el cuarto de lavandería, Sally McDowell terminaba sus labores y se disponía a ver la televisión; que era el único medio que tenía a su alcance que le permitía tener noticias de su país. Ajena a la discusión que se ventilaba en el cuarto de sus patrones, se acercó al pequeño aparato que se encontraba en la cocina, frente a la mesa que utilizaban para el desayuno, y lo encendió. </div><div align="center"><br /><em>On </em></div><em></em><div align="center"><em><br />Aquí comienza Telesussesos, el noticiero de mayor credibilidad de todo el país. Retransmitido por la señal de Radio Cronistas a lo largo de todo el territorio de la Gran Colombia…<br />Amables televidentes tengan ustedes muy buenas noches. Les saluda Selena Gómez dando inicio a una edición más de Telesussesos. Empezamos con noticias internacionales:<br />Se intensifican los enfrentamientos en el Medio Oriente. Esta tarde un convoy norteamericano fue emboscado al norte de la localidad de Ardabil dejando como resultado unos 37 muertos y al menos 70 heridos. Mientras tanto en la capital de los Estados Unidos, el gobierno prepara una serie de medidas para contrarrestar la dura crisis que enfrenta ese país y que ha producido un fenómeno migratorio sin precedentes.<br /><br /></em></div><div align="center"><em>Continuamos con información nacional: el Parlamento está por aprobar una Reforma de Ley que permitirá deportar de inmediato a los extranjeros indocumentados que se encuentren en territorio Grancolombino. Esto, debido a la ola de ciudadanos norteamericanos que vienen en busca de empleos y que según las estadísticas se han incrementado en los últimos dos meses. La medida es rechazada por gran parte de la población extranjera que exige al gobierno que se les de más facilidades para sacar los documentos. Tenemos un informe de nuestro compañero Raúl Cevallos desde las afueras del Congreso. </em></div><div align="center"><em><br />Así es Selena, me encuentro justamente aquí en las afueras del Parlamento donde un pequeño número de manifestantes se han congregado para expresar su rechazo a la ley de migración que se está discutiendo en éste momento. Muchos de los manifestantes se quejan de que en las oficinas del gobierno no se les brindan las facilidades para legalizar su situación aquí en La Gran Colombia. Al mismo tiempo, reclamaron por la serie de maltratos que dicen recibir por parte de sus empleadores. Eso es todo por el momento, desde el Congreso, reportó Raúl Cevallos, volvemos contigo al estudio, Selena. </em></div><div align="center"><em><br />Bien, gracias por tu informe Raúl cuando es tiempo de un corte comercial, ya volvemos con más noticias.<br />Off</em></div><div align="justify"><br />Apagó la televisión porque le pareció escuchar un ruido en la sala. Tenía razón, era él: el joven Ricardo que volvía otra vez tambaleándose, empapado hasta las comisuras, tropezando con cada objeto hasta llegar arrastrándose a su habitación. Tuvo ganas de ir a ayudarlo, de quitarle la ropa mojada, secarlo suavemente con la toalla, acostarlo en la cama y cubrirlo con las sábanas. Sin embargo, contuvo la emoción, deseando con todas sus fuerzas que sea mañana, que los patrones se vayan a trabajar y que se quede sola en la casa, sola con el joven Ricardo. </div><div align="justify"><br />Cuando los señores se iban al trabajo, ella limpiaba una a una las habitaciones, lavaba los platos del desayuno, regaba las plantas, fregaba los baños, sacudía el polvo de los muebles y al final, iba al cuarto del muchacho que siempre dormía hasta tarde. Entraba sigilosamente, con su vestido corto de sirvienta de telenovela, aguantando la respiración como si ahogara un suspiro. Su corazón, frenético, estaba casi siempre a punto de delatarla, dándole furiosos golpes dentro del pecho. Él estaba ahí, tendido sobre la cama, semidesnudo, con aquella enorme erección matutina que hacía que los ojos de la mujer se descontrolen como si quisieran salir de sus órbitas para estar cada vez más cerca de aquel fardo indómito. Entonces, sin quitarle la mirada ni las ganas de encima, limpiaba la habitación del muchacho hasta que cualquier ruido, aparentemente accidental, despertase el resto de su cuerpo.<br /><br />En los días siguientes, los dueños de casa continuaron discutiendo aquel misterio de las cosas desaparecidas. Poco a poco se fueron dando cuenta de que faltaban más objetos en la casa. La afeitadora eléctrica, el jarrón de cristal, la maquinita de masajes, los palos de golf, el portarretratos, los candelabros de plata. Cuando le preguntaban a la gringa si había visto eso o aquello, ella se hacía la desentendida y negaba con la cabeza. Pese a los gritos y maltratos que recibía, la joven insistía en su inocencia y con sus lágrimas apaciguaba la humillación. </div><div align="justify"><br />En una ocasión, el patrón entró en su pequeño cuarto. Sacó las sábanas, volteó la cama, desbarató los cajones, tiró por el suelo la poca ropa que tenía. Luego, la sacudió de los cabellos y la arrastró como a un sabueso en busca de los objetos perdidos. Ella gritaba descontrolada pidiendo ayuda pero nadie la escuchaba. Estaba sola, lejos de su patria; y como era indocumentada, era imposible acudir a las autoridades. Pese a todo el alboroto, los patrones no encontraron nada; no había pruebas de que ella fuera la ladrona. Jamás había salido de la casa y no conocía a nadie en la ciudad. No hallaron dinero ni nada que les hiciera pensar que vendió los objetos. Sin embargo, las cosas seguían desapareciendo y no parecía haber explicación racional para este misterio. </div><div align="justify"><br />— Esto es el colmo, se han perdido mis aretes; no aguanto más<br />— Pero ¿por qué no los metiste en la caja fuerte con el resto de las joyas?<br />— No podemos meter toda la casa en la caja fuerte, ¿no lo entiendes? Esto no puede seguir así<br />—Tienes razón, no se cómo pero esa maldita gringa nos sigue robando.<br />— Llama a la policía, una ladrona como ella debe estar en la cárcel<br />— No podemos hacer eso. No se qué hace con las cosas. Lo que tenemos que hacer es echarla.<br />— Entonces no pierdas más tiempo, debimos haber hecho eso desde hace mucho.<br />— ¡SALLY, SALLY! Ven acá<br />— Sí, señor </div><div align="justify">— Dónde están los aretes de la señora</div><div align="justify">— Yo no sé, ...</div><div align="justify">— Mentirosa</div><div align="justify">— Pero es verdad, yo no...<br />— Eres una ladrona de mierda, quiero que, en éste momento, cojas tus cosas y te largues<br />— Pero yo no ha sido, yo no robar, no ser ladrona<br />— Ya te dije que te fueras, no hay más lugar para ti en esta casa y no te voy a pagar ni un solo centavo, agradece que no llamo a la Policía<br />— Pero no tener a donde ir, no conozca a nadie please, please.<br />— No me importa, largo de aquí, ¡fuera! ¡Fuera!….</div><div align="justify"><br />Después de algunos días, seguían descubriendo objetos desaparecidos pero suponían que se trataba de las últimas cosas hurtadas por la gringa. Entonces, se alegraban de haberla puesto en la calle. Le deseaban la peor de las suertes y juraban que nunca más contratarían a una extranjera. Una mañana, mientras la pareja desayunaba en la pequeña mesa de la cocina, llegó Ricardo con claras muestras de embriaguez y mala noche. La madre, angustiada por el estado de su hijo, le preparó un café mientras el padre encendía la televisión. </div><div align="center"><br />ON</div><div align="center"><br /><em>Y en otras noticias, esta mañana fue encontrado el cuerpo sin vida de una mujer de nacionalidad estadounidense. Al parecer, la dificil situación econòmica o alguna decepción amorosa la llevaron a tomar la terrible decisión de quitarse la vida saltando desde el paso a desnivel de la avenida octava. Según la información dada por el forense, la mujer tenía dos meses de embarazo.<br />Hasta aquí la información siga en sintonía de éste canal y recuerde que mañana lo esperamos en una entrega más de Telesussesos.</em><br />off</div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-36620125937096560432009-06-15T12:12:00.000-07:002009-09-13T16:50:55.186-07:00Loco Billy baleado por mal reparto<div align="justify">En aquél momento, con la bolsa del dinero aún entre sus manos y una pistola apuntándole a la cabeza, recordó aquella madrugada en la que vio por primera vez al <em>Chino</em>. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Había prendido el último de los tantos cigarrillos previamente desarmados y cargados con el polvo canallesco que le dio el <em>Negro Charles</em>. Los había consumido de prisa, con el corazón trepidante como lo hacía siempre pues, inexplicablemente, sentía que alguien lo miraba desde alguna parte. Asustado, paneaba la calle por si venía algún sapo, un patrullero o, quien sabe, la mismísima muerte. </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Observaba de un lado a otro cuando le dio la última pitada. Entonces, fue presa de un escalofrío, una ansiedad que le machacaba las entrañas que le empezaron a pedir más. Se saboreó los labios como buscando dentro de su boca algún vestigio de humedad. Sus manos temblaban, los dedos parecían resistirse a coordinar los movimientos. Finalmente, se hurgó todos los bolsillos con la misma actitud de un mendigo abrazándose a la esperanza de una moneda y se echó a andar por aquellas soledades.<br /><br />Llegó hasta la canchita donde los niños del barrio La Misericordia jugaban pelota cada tarde. No obstante, por las noches, era una oscura explanada donde se podía comprar toda clase de drogas. Sin encontrar a quien buscaba no le quedó otra que acercarse a un grupo de individuos sospechosos que se encontraban a un costado de la cancha.<br /><br />—Panita ¿no tiene algo de material de venta? </div><div align="justify"><br />—Qué me estás encamando. tsácatela de aquí antes de que te entre a puñete... </div><div align="justify"><br />­—Tranquilo socio que yo siempre le compro al Negro Charles </div><div align="justify"><br />—Al negro no lo vas a ver más por acá. Esta es mi zona de hoy en adelante. </div><div align="justify"><br />—Entonces pórtese serio barón. Mire que tengo quina. </div><div align="justify"><br />—Te alcanza para cuatro. </div><div align="justify"><br />—noo`p ponga los cinco, si son a un yanqui. </div><div align="justify"><br />—Ya te digo, si no te puedes ir bajando aquí mismo.<br /><br />No tuvo más remedio que aceptar la oferta del Chino porque la situación se estaba poniendo fea. Y en esos términos se dio la transacción.<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify">Volvió día tras día hasta que se hizo de la confianza de su proveedor. Comenzó a hacerle pequeños favores que consistían en entregar mercancía a uno que otro cliente obteniendo como paga unas cuantas dosis. Con el tiempo, terminó por solventar su vicio sin gastar un sólo centavo y lo que es peor, adulteraba el producto para obtener mayor provecho. Esto provocó la disminución de la clientela ya que muchos aseguraban que lo que recibían era raspado de pared. Pese a esta situación, su lealtad jamás fue cuestionada, pues, tenía a su favor un rostro que le hacía verse incapás de cometer semejante arbitrariedad.<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Fue así como empezó aquella amistad de la que se arrepentiría más tarde: en el instante en que vio el arma que estaba a punto de ajusticiarlo. <em>El Chino</em> lo miraba fijamente, sacudiendo el polvo de viejos rencores, con sus ojos diminutos, la boca constreñida y el dedo índice acariciando el gatillo.<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">—Hasta aquí llegaste hujueputash, ya se lo que hiciste con E<em>l Treparreja.</em> Lo mismito hubieras hecho conmigo desgraciao pero ahora te tocó pagármelas todititas...<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Escuchaba su sentencia con soberbia pero sin decir nada en su defensa. Con manos aprisionaba la bolsa llena de billetes, con la misma vehemencia que se aferraba a la vida con la mente repleta de recuerdos. Al verse traicionado le vino a la memoria la imágen de su primer amor.<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Carla Montaño tenía el cuerpo más apetitoso del barrio. Quienes la veían pasar por la calle quedaban embelesados ante esas caderas ardorosas. Su piel negruzca refulgía con la luz de los astros. Para él era la mujer perfecta y no precisamente por su belleza. Era, más bien, porque <span style="FONT-STYLE: italic">La Negra </span>se dejaba hacer de todo. No sólo cuando él quería satisfacer sus deseos sino también cuando le traía clientes. Llegaban todas las tardes hasta su casa ocho o diez individuos anciosos por gozar de los placeres de aquella Venus piel de penumbra. Él, se encargaba de decidir quien entraba y de golpear la puerta, arrebatado, cuando alguien prolongaba la labor. Luego volvía a su vieja hamaca a encender uno tras otro los supuestos cigarrillos que se consumían velozmente, desprendiendo un olor azucarado como el perfume de las rosas.<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Un día se dió cuenta de que entre ella y <em>Don Tibu</em>, uno de los clientes más frecuentes, había algo más que un intercambio. Se sintió sacudido por la ira. Su mente se roía con la idea de que ella se deleitara con el trabajo, por lo que no fue capaz de perdonar tal ingratitud. Esperó hasta la siguiente visita del infeliz y lo hizo esperar un largo tiempo mientras <em>La Negra</em> se despachaba; uno a uno, sobre las sábanas empapadas, a doce afortunados. Le cobró por adelantado, como de costumbre, y con toda naturalidad lo dejó entrar al cuarto. Les dio el tiempo suficiente para que se desvistan, se provoquen y empiecen a saborearse. Entonces, entró en la habitación y con absoluta frialdad les disparó a los dos dejando en el estrecho ambiente de la habitación un olor amasado de pólvora, sudores y suspiros.<br /><br />Su venganza significó un giro favorable en la parsimoniosa vida que llevaba. El crimen lo convirtió en un hombre temido y a la vez respetado por toda la gente de La Misericordia, lo que hizo que se dedicara más seriamente al honorable oficio de delincuente. Empezó con el negocio de los celulares y los buses con la complicidad del <span style="FONT-STYLE: italic">Chino </span>y de sus camaradas. Formaron un equipo que cada vez daba golpes más grandes y exitosos: carros, casas, farmacias, estaciones de servicio. Todo meticulosamente planeado y llevado a cabo con una precisión sorprendente. Para entonces su nombre se había convertido en leyenda pues no solo era él quien planeaba y dirigía todos los atracos sino que además tenía fama de haber escapado cientos de veces de las manos de la Policía. Sin embargo, pese a lo fructífero que resultaba el trabajo, el Chino y el resto de compinches continuaban miserables expendiendo sustancias a los vagabundos de la canchita. En muchas ocaciones se negaron a seguir participando del negocio, pues no recibían a tiempo sus comiciones. Pero él los convencía con embusteros discursos y promesas que jamás se concretaban.<br /><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Era común que desapareciera por unas cuantas semanas y de pronto volvía con un aspecto diferente. Se cambiaba el color del cabello, la manera de vestir, usaba gafas o gorras. En una ocasión apareció con el cabello tan largo y la barba tan boscosa que nadie pudo reconocerlo. Solía entrar de repente a la cantina, pedir la botella más cara y rodearse de fulanas y amigos a quienes complacía con impresionantes historias de cómo mató al taxista, a la cajera o al guardia de una ciudadela privada. Siempre terminaba su relato con una carcajada impregnada de satisfacción y recibía los aplausos de su audiencia. Su palabra tenía el poder de persuadir, la convicción de su voz dejaba en claro que todo cuanto decía era verdad. Por eso, cuando dijo que el más grande atraco estaba aún por suceder todos lo miraron como si acabara de dar una sentencia.<br /><br />Los equipos del Astillero estaban a punto de jugar el partido más importante del campeonato y a pesar de que era barcelonista el futbol realmente no le importaba. Había planeado robar el día del partido y llevarse el dinero de la venta de las entradas. Consiguió que <em>El Treparreja</em> entrara a trabajar en una empresa de seguridad como chofer de un blindado. Ese domingo, se encontraba, junto al <em>Chino</em> y otros dos compinches, en la general norte de un Estadio Monumental abarrotado. En el minuto 15 del segundo tiempo bajaron hasta la boletería principal donde ya se había contabilizado el gran total de la taquilla. Los billetes, exhaustos de tanto manoseo, descansaban perfectamente acomodados dentro de una bolsa amarilla. Sus compañeros, al ver que se acercaba el blindado, piloteado por <em>El Treparreja</em>, irrumpieron en la pequeña oficina. El Chino y su gente sometieron a los empleados mientras él tomó la bolsa y salió a toda prisa. En ese momento fueron sorprendidos por la policía que inmediatamente abrió fuego contra ellos. Vio como uno de los gendarmes apuntaba su pistola contra la humanidad del <em>Chino</em> pero no se detuvo para ayudarlo. Parecía que esta vez no había forma de escapar de las balas, sin embargo, él y <em>El Treparreja</em> alcanzaron a subirse en el blindado y huyeron a toda velocidad.<br /><br />En medio de la conmoción se dio cuenta de que el uniforme de la compañía de seguridad que llevaba puesto su colega estaba manchado de sangre.<br /><br />—Me abollaron loco, esos desgraciados­—repetía el herido mientras trataba de mantener el control del vehículo. </div><div align="justify"><br />—Tranquilo que cuando haya chance vamos para que te curen— respondió él, tratando de mantener la calma. </div><div align="justify"><br />—No puedo loco, no puedo más, me voy a morir, me muero… </div><div align="justify"><br />Pronto pudieron despistar a los patrulleros. Entonces, abandonaron el blindado y continuaron en un auto que violentaron en un estacionamiento. <em>El Treparreja</em> se recostó en el asiento posterior. </div><div align="justify"><br />—Loco ayúdame que me voy a morir— El chorro de sangre era incontenible. </div><div align="justify"><br />— Aguanta que ya llegamos.<br /><br />Sabía que un hospital era demasiado peligroso pues seguramente la Policía estaba tras la pista. Se dirigió fuera del perímetro de la ciudad hasta un lugar desolado y abandonó a su compinche con la falsa promesa de que volvería con ayuda.<br /><br />Después de cruzar la ciudad, escondido tras las sombras, fue a dar a aquel cuartucho donde vivió durante sus años de infancia. Era un sitio repugnante que, con el tiempo, había sido convertido, por él y sus amigos, en fumadero, matadero y guarida. En poco tiempo empezó a sentirse como en casa, así que sacó un cigarrillo; lo desarmó, lo llenó de base y lo encendió. Mientras fumaba empezó a sentir la habitual inquietud de que alguien, desde alguna parte, lo observaba pero esta vez, su corazón paranóico no se equibocaba.<br /><br /><em>El Chino</em> se le había adelantado y lo esperaba oculto detrás de las cortinas. Asustado por aquel sentimiento que lo acosaba, trató de consolarse con la idea de que, después de todo, el trabajo salió mejor de lo que se esperaba. Había logrado una vez más salir ileso del asedio de la policía y lo mejor de todo era que el dinero había quedado sólo para él. Exhaló un gemido de alivio. Miró a su alrededor los objetos con el alma sacudida por la nostalgia. Fue en aquella misma habitacion cuando, siendo niño, tomó conciencia de que estaba vivo.<br /><br /></div><div align="justify">Entonces, cayó estrepitosamente en la realidad como si despertara de un profundo sueño. Los los recuerdos se disiparon junto al humo que escapaba de su boca. Lo último que pasó por su mente fue la mirada cándida de la Venus sacrificada. Le sobrevino un dolor fulminante, una desolación repentina que se apoderó de su alma. En ese presiso momento, vio al <em>Chino </em>aparecer de la nada empuñando el arma. Entonces, logró darse cuenta de que ya estaba muerto.</div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-73606768050148793102009-06-01T13:07:00.000-07:002009-07-31T13:08:48.261-07:00Por el amor irracional<p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">¡Maldición! Otra vez tengo ganas de ir al baño. Tal vez deba parar un poco con la cerveza pero… ¿qué más podría hacer? Llevo casi una hora esperándola y la verdad ya no estoy seguro de que venga. <span style="color:#000000;">¡Ah! </span>Lo<span style="font-size:0;"> </span>que me faltaba, la puerta del baño está cerrada. ¿Y si entro al de mujeres? No…<span style="font-size:0;"> </span>no me atrevo, qué tal si alguien entra y me hace un escándalo.<span style="font-size:0;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:78%;"></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES"><?xml:namespace prefix = o /><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">¿Habrá llegado?... Por lo visto no. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">–Me trae otra cerveza por favor. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">Si no viene en quince minutos me voy. Qué pena, <span style="font-size:0;"></span>tendrá que presentarme a su novio en otra ocasión. Realmente no entiendo a las mujeres. Con lo mucho que insistió para que viniera. Pensar que hasta hace poco ni siquiera lo mencionaba. Cada vez que le preguntaba sobre él me cambiaba el tema y se hacía la loca,<span style="font-size:0;"> </span>como si ocultara algún misterio. Tal vez no quería herir mis sentimientos pero eso no tiene sentido, ella sabía claramente que lo de nuestra separación era un tema superado. Quizás piense que él es mejor hombre que yo, eso si me dolería. ¿Será más guapo? ¿Tendrá más plata? Seguramente viste de traje y habla por celular sobre negocios y cosas así. ¡Oh Dios mío! Debe ser mejor que yo en la cama.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES"></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Menos mal que llegaste porque estaba a punto de irme</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Hola,<span style="font-size:0;"> </span>disculpa el retraso, es que surgió algo y…</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-No importa… ¿Viniste sola? Pensé que traías a tu novio.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Vine con él, solo que se encontró un amigo allá <span style="font-size:0;"></span>afuera, ya mismo viene.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Ah…</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES"><span style="font-size:0;"></span>… Que silencio tan incómodo. Tal vez debería pedir otra cerveza. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">Oh no… ya empezó con las lamentaciones. Es increíble que se queje todo el tiempo. No lo entiendo, como si uno pudiera hacer algo respecto al calor, a que se le rompió una uña, al dolor de barriga o a la falta de parqueaderos. Esa mala costumbre que tienen las mujeres las hace ver tan aburridas. Si todas fueran <span style="font-size:0;"></span>como esa rubia hermosa que acaba de entrar y que capta la atención de todas las miradas. ¡Qué maravilla de cuerpo! No cabe duda que<span style="font-size:0;"> </span>esas falditas diminutas me vuelven loco. Parece que viene para acá. Como me gustaría llevármela a mi casa y…</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Hola, qué tal.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Mi amor, ¿por qué tardaste tanto?, mira… te presento a Miguel… Miguel, él es Ginger.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-¿Él?... Lo siento, no entiendo nada.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-No te compliques, en realidad Ginger es mi nombre artístico. Si prefieres<span style="font-size:0;"> </span>puedes llamarme Emilio aunque casi nadie me conoce así. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">Tonto, tonto. Pero como no me di cuenta. Deben estar pensando que soy un verdadero idiota o un anticuado de mente cuadrada. A quien engaño, seguro que se están riendo de mí. Debo hacer algo al respecto, no puedo quedarme callado.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Eh… bueno, entonces te llamaré Ginger, como lo hace todo el mundo. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Qué alivio, solo mi madre me llama Emilio. Te juro que se me hubiera hecho súper raro. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Bien, ya que superamos el ligero detalle del nombre, qué tal si me cuentan cómo se conocieron. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Bueno,<span style="font-size:0;"> </span>la verdad es que cuando tú y yo terminamos me sentía como encerrada en un mundo sordo y desenfocado. Supongo que te acuerdas que en esa época casi no salíamos. Las únicas experiencias que tenía eran las de los libros y las películas. Por eso me fui de casa. Decidí escapar, dejar atrás la monotonía. Estaba cansada<span style="font-size:0;"> </span>de esperar por algo que ni siquiera sabía lo que era.<span style="font-size:0;"> </span>Yo sé que no fue culpa tuya. Que no hacías más que trabajar y preocuparte de que no me faltara nada. Lo extraño es que me fui precisamente para buscar aquello que me hacía falta...</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Tranquila, jamás me sentí culpable. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Lo sé pero igual, a veces pienso que….</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Mejor olvídalo y sigue contando. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Fue una noche, al salir de la oficina. Recuerdo que llovía como si el cielo se viniera abajo y el viento sacudía las ventanas. Una de mis amigas hizo la propuesta de ir a un club de Drag queens cuando lo más sensato era <span style="font-size:0;"></span>ir a casa. Por supuesto que todas aceptamos.<span style="font-size:0;"> </span>En menos de una hora estábamos tomando tequilas en el Fantasy Club, remplazando el sonido aterrador de la tormenta por música electrónica. Había mucho<span style="font-size:0;"> </span>humo, luces de colores, murmullos, risas, carcajadas. Era la primera vez que entraba a un lugar como ese. Tal vez por eso todo me parecía tan extraño y a la vez tan encantador.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">De pronto empezó el espectáculo y las luces se dirigieron hacia el escenario. Fue en ese momento cuando lo vi por primera vez. Llevaba un traje de plumas y lentejuelas, un sombrero que parecía la corona de una reina y unos zapatos de plataforma que hacían que parezca varios centímetros más alto. <span style="font-size:0;"></span>Quedé extasiada, con la boca abierta como si tuviera frente a mí a un ídolo profano. Un bello ser mitológico del cual me era difícil apartar la mirada. Bailaba de tal manera que hacía que mis sentidos se descontrolaran. De un momento a otro, con un movimiento inesperado, se arrancó el vestido dejando su<span style="font-size:0;"> </span>cuerpo en evidencia. Estaba tan cerca, a unos escasos metros y yo aún no podía descifrar el verdadero motivo de su encanto. Tal vez era su carisma o esa ambigüedad inusitada que proyectaba su imagen. Lo único que sé es que me dejó <span style="font-size:0;"></span>fascinada. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">Hice lo imposible para conocerlo después del show. Me lo presentó el dueño del establecimiento que era amigo de una de mis compañeras.<span style="font-size:0;"> </span>Conversamos durante horas, bromeamos, bebimos, cantamos. Luego fuimos hasta su casa donde inevitablemente la tempestad se hizo mucho más fuerte... </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Mi amor, tal vez no deberías ser tan explícita.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Lo siento, es que aún me emociona recordarlo.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Lo sé cariño, siempre te inspiras cuando lo cuentas.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-A mi me parece una historia un poco inusual, pero si son felices los felicito </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Què tal si brindamos por el amor de una pareja en la que ambos usan brassier.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-¡Eso suena tan poco racional!</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Entonces brindemos por el amor irracional.<span style="font-size:0;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-¡Salud! <span style="font-size:0;"></span>¡salud!<span style="font-size:0;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:78%;"></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES"></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-Ginger, acompañame al baño que me hago piss.</span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">- Claro ¿Miguel,<span style="font-size:0;"> </span>no te importa que te dejemos solo un instante? </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">-No hay problema. </span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span lang="ES">Debería pedir otra cerveza. No... mejor no...Vaya, qué extraña es la vida. Un día te enamoras y formas un hogar con una chica<span style="font-size:0;"> </span>y<span style="font-size:0;"> </span>al día siguiente la vez entrar al baño de mujeres con su novio travesti. Aunque pensándolo bien ¿qué tiene de raro? !Ah!, ahora entiendo por qué está con él y no conmigo. Simplemente porque él va con ella a todos lados, incluso <span style="font-size:0;"></span>donde yo jamás me atreví a entrar. </span></p>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-48924335015476244362009-05-24T23:51:00.000-07:002009-05-25T11:40:25.872-07:00Colt 38<p align="justify"><br />Por fin llegó el día en que decidiste sacarme de aquel cajón oscuro donde no fui más que un objeto inútil y olvidado. Que bueno es sentir tus manos agarrándome con vehemencia y saber que estoy de regreso a la insensatez del mundo; a la vida, sin la cual mi existencia no tendría ningún sentido. Volver a encontrarme con el viento y el calor de la tarde que poco a poco se marchita dejando el cuarto cubierto por un amoratado espectro. ¡Ay! si no hubiera sido por aquella lámpara de focos amarillos habríamos desaparecido en las tinieblas. Bendita la luz que le da vida a tu silueta en la pared manchada. Que me permite seguir uno a uno tus movimientos. Aunque no vea la palidez de tu rostro, puedo sentir el precipitado latido de tu corazón y la fuerza aprisionadora de tus manos que se tornan cada vez más trémulas. ¡Oh! como me llevan al lugar exacto donde una gota de frio sudor proveniente de tu frente me humedece. Y el resplandor fugaz que precede al estallido que me sacude desde adentro. Y el espantoso grito del silencio; de tu sombra que se desploma. Y el olor a sangre y pólvora que me embelesa hasta que tu mano, ya sin fuerza, me libera. </p>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-84449581643306815862009-05-18T15:13:00.000-07:002009-07-31T13:14:57.883-07:00me acuerdo de su sangre<div align="left">Yo formé parte de un ejército loco<br />Tenía 20 años y el pelo muy corto<br />Pero mi amigo, hubo una confusión<br />Por que para ellos el loco era yo<br />Charly García</div><div align="left"><br /></div><div align="justify">Cuando mis padres decidieron que mis problemas de conducta podrían ser resueltos en un colegio militar supe que estaba en serios problemas. </div><div align="justify"><br />Desde el principio pude comprobar que no estaba equivocado. Los primeros contratiempos se me presentaron por “el uso indebido del uniforme”!vaya estupidez! ¿se imaginan? Como si hubiera usado el cinturón para ahorcar al Teniente o algo así. No se me ocurre otra manera de usar mal un uniforme. Luego vino el parte por “negarse a recibir órdenes”. Nada raro en una persona como yo que obedezco a una sola orden: el libre albedrío. </div><div align="justify"><br />Sin duda estaba en el lugar equivocado con cientos de individuos que pensaban y vestían igual: traje blanco impecable, boina azul, botas y hebilla resplandecientes y cinturón para ahorcar Tenientes. Entre toda esa legión de seres sin cabello -probablemente no sea lo único que les falte en la cabeza- se encontraba el mayor de mis problemas.Un tal Francisco Pérez, comandante de curso; o sea que por ser el alumno con mejor promedio tenía una jerarquía superior a la del resto de infelices. Era el responsable del mantener el orden en la clase, por lo tanto, era hombre de cuidado. Podía castigar a sus compañeros si se le antojaba y ellos, tenían que cumplir sin reparos porque si Pérez se lo contaba al Teniente, la cosa se ponía peor. Su aspecto era temible, dada su fealdad y su cara de asesino en abstinencia. Las cejas negras bien pobladas sobre unos ojos de mirada aguda y maliciosa; la piel tostada cruelmente por el sol; la boca amplia y los dientes amarillos y torcidos. Su cuerpo era ostentosamente grande y musculoso, la espalda gruesa y los brazos fornidos.</div><div align="justify"><br />Era el ser más irritante que había conocido. Se la pasaba dando reproches, algo muy común de aquellos que se creen perfectos. Su arrogancia no tenía límite, lo peor de todo es que nadie se atrevía a contradecirle y como era muy poderoso, todos celebraban sus chistes con una hipocresía primorosa.</div><div align="justify"><br />Desde luego, yo era la excepción, y como llevaba poco tiempo en aquel manicomio, el tal Pérez se las tomó conmigo y trató de hacerme la vida imposible. Su fijación no pasaba de gritos y ordenes absurdas que, por supuesto, yo ignoraba. Entonces, él respondía con una serie de burlas, según las cuales mi parte femenina me impedía realizar las proezas físicas a las que ellos estaban acostumbrados. El resto festejaba la valentía y la audacia de su líder, sin embargo; pese a mi paciencia, todos estaban conscientes de que el enfrentamiento estaba por suceder.</div><div align="justify"><br />Un día, trató de obligarme a realizar un castigo que consistía en humillantes ejercicios, a la vista de todo el mundo, bajo el sol abrazador del patio a la hora del receso. Entonces lo miré con firmeza y mi parte masculina le dijo muy claramente lo que pensaba de él, con un lenguaje que de oírlo mi madre caería en coma instantáneo. Inmediatamente su gigantesco puño, empujado con la fuerza de una locomotora, me golpeó en el estómago dejándome sin aire, tumbado sobre el suelo caliente. Pronto me vi rodeado de uniformes blancos, de rostros que reían mostrándome los dientes y dedos que me señalaban. Mis ojos se enceguecieron con la luz del sol que se reflejaba en sus hebillas. Mientras tanto, aquel cobarde se había escabullido y desaparecido en medio de la confución.<br />Cuando me levanté no hice más que reprimir la rabia. Atravesé todo el ancho del patio, ante las miradas persistentes, hasta llegar al edificio donde se encontraban las aulas. Me protegí bajo la sombra y al percatarme de que el receso estaba por concluir, entré. Caminé el pasillo largo y descolorido, con los puños aún cerrados y los dientes apretados. Me dirigí a un baño que estaba próximo. Al abrir la puerta, todos los que se encontraban adentro se callaron y me miraron con cara de espanto. Eché un vistazo hacia el interior y descubrí el motivo de aquella perturbación. Era el descomunal cuerpo de Pérez, frente al retrete. Mi mente se puso en blanco y, dominado por la ira, le propiné una patada en la espalda que lo empujó contra la pared. Inmediatamente me puse en guardia, esperando la oportunidad de defender mi honor y ganarme el respeto de una vez por todas, tal como lo hacen los salvajes. Pero, en lugar de voltearse y pelear, Pérez se quedó de espaldas con las manos cubriéndole el rostro. Cuando por fin volteó, su cara estaba bañada de sangre, una sangre extremadamente roja y espesa, que brotaba incontenible de su frente. Me sentí realmente devastado, como un verdadero criminal ante los ojos de todos los presentes. Mientras Pérez se quedó mirandome con cara de pesadilla.</div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-825463860359731154.post-11481291752663596632009-05-11T12:40:00.000-07:002009-07-31T13:24:16.362-07:00El origen del pecado<span style="font-family:lucida grande;"><br /></span><div align="justify"><span style="font-family:lucida grande;">Cuando pensamos en el origen del pecado nos remitimos de inmediato a la tan manoseada historia de Adán y Eva. No obstante, la supuesta desobediencia en la que infringieron aquellos solitarios habitantes del planeta, no fue sino una consecuencia.</span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:lucida grande;">Tiempo antes de que el Buen Padre construyera con el barro de la Tierra al primer hombre, había colocado en su Paraíso a una hembra. Su nombre era Julieta, la hija de la Luna. Este primer experimento de la estirpe humana parecía tener todo lo necesario para el correcto desarrollo de la humanidad. Esto es: Condición física, Sabiduría y Virtud. </span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:lucida grande;">Julieta acostumbraba deambular por aquel majestuoso escenario de flores y verdes prados repletos de árboles de los cuales brotaban deliciosos manjares, bañados por la frescura del rocío. Si con el transcurrir de la tarde sentía la obstinada necesidad de comer podía tomar libremente cualquier fruto sin ninguna restricción. Así pasaba los días, de un lugar a otro, acompañada por el maravilloso canto de las criaturas. Por las noches, se acostaba sobre un suave manto de hierbas fragantes y dormía sin sobresaltos, abrigada por la tibia luz, caricia sutil de su Madre y de cientos de miles de estrellas.</span></div><div align="justify"><br /><span style="font-family:lucida grande;">Un día, caminó por un sendero de girasoles y llegó hasta el recodo de un manso río. Eran sus aguas tan quietas y cristalinas que al acercarse a beber de ellas, vio por primera vez el reflejo de su rostro. Era tan bella como la misma luna en una noche despejada de primavera. Sus ojos eran claros y más profundos que aquel regato; la piel blanca; los labios encarnados; y los cabellos precipitados como cascadas doradas. Luego se acercó un poco más y pudo ver sus senos, redondos como médanos humedecidos por el agua que se había derramado al beber y de cuyos pezones se sujetaban dos gotas que brillaban como diamantes al contacto con los rayos del sol. Finalmente, colocó sus rodillas en el filo de la orilla y abrió las piernas hasta donde pudo para lograr ver con claridad aquello que hasta aquel momento había sido un misterio. Entonces, una sensación extraña le recorrió todo el cuerpo y, enseguida, pensó en las palabras que le había dicho el Buen Padre a cerca de no explorar en aquellos terrenos de su cuerpo. Pues, si lo hacía se convertiría en un ser impuro. Arrepentida y a la vez perturbada, se alejó a toda prisa, dejando atrás aquel acuoso espejo cuya revelación, sin embargo, continuaba flotando dentro de su cabeza. Cuando el negro lienzo de la noche cubrió el cielo, Julieta se encontraba recostada sobre la hierba, pero esta vez, ni la suave caricia de la Luna le permitía conciliar el sueño.</span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:lucida grande;">A la mañana siguiente, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no mirar y lidió contra la voluntad de sus manos, que luchaban por hurgar aquella zona recién descubierta. Se echó a andar por el campo tratando de sacar de su mente aquella imagen y de ahogar aquel sentimiento que la inquietaba. Caminó un largo trecho hasta que se encontró con una pareja de felinos que se apareaban tras el follaje. Unos metros más adelante, un pavo real abría su abanico de plumas. Luego escuchó el aullido de una loba en celo y el graznido de las garzas. Se dio cuenta de que todas las hembras del Paraíso tenían algo que a ella le hacía falta. Atribuyó su soledad a la imperfección del universo, y sintió desprecio hacia su Creador.</span><br /></div><div align="justify"><span style="font-family:lucida grande;">Sin darse cuenta sus pasos la llevaron hacia el río y tuvo el enorme deseo de proyectar su imagen sobre el agua. No obstante, consciente de las terribles consecuencias que podían acaecer sobre ella, decidió mantenerse lejos de la orilla y prefirió nadar. De pronto, al llegar a la parte más profunda, sintió la fuerza de la corriente fluir entre sus piernas, como una tormenta fresca de burbujeante espuma. El clamor de su cuerpo se había vuelto impostergable. Buscó la salida desesperadamente. En el filo de la orilla había una roca enorme, que tenía un vértice largo y prominente como cuerno de unicornio. Se agarró de él para ayudarse a salir del agua y se dirigió hacia un manzanal que estaba cerca. Se escondió bajo la sombra de sus ramas y dejó que sus manos palpasen libremente su zona prohibida, con los ojos cerrados y con el labio inferior aprisionado entre los dientes. Sintió como aquella sensación extraña dentro de si se volvía cada vez más intensa y más devastadora; hasta dejarla inmóvil, exhausta y al fin tranquila…</span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:lucida grande;">De repente, la voz del Buen Padre irrumpió el silencio de la arboleda. Una cuadrilla de aves emprendió un vuelo estrepitoso. Julieta, tendida bajo la sombra del man</span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJymW0rw902zqsnI4PMrR_9cknR3a1_fv43drtMFqlOaip7medrJ-5-nSssjxEzMsZlfab1nBG3j5nSdw6FH2ar7jdDWLFKSJeid0w9S7Gzirxl4OKSf3bjYi9pcUKdZQn71P9X1oGEjk/s1600-h/vibora_julieta.jpg"></a><span style="font-family:lucida grande;">zanal, lo miró fijamente, sin que su rostro mostrase la mínima señal de vergüenza o arrepentimiento. La voz sentenció el castigo por haber quebrantado la virtud y la inocencia de la especie humana. Julieta, la hermosa joven, hija de la luna fue convertida en víbora, el animal más impuro sobre la faz de la tierra. </span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:lucida grande;">Desde entonces, ella se autoproclamó como la Tentación. La que muestra los placeres secretos de la desnudez. Tal como lo hizo, desde el manzanal donde fue maldecida, con la siguiente generación de humanos. Aquella en la cual, el Buen Padre, aprendiendo de sus errores, incluyó la pieza que le faltaba para lograr el equilibrio en la creación: el hijo del pecado, el Hombre.</span> <img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5334655137675540194" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 319px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_yUjuCOKdHUa2jIN-M-REtS0VwG-ZR-LCXYjWv4EpcSSmKea0DvLsdkK3dzc5BdrVoB7lZAnDn3OgmfnAwHyt83I2WofcYW3fN0C1KJF5s_WulHtaDyyox_rveHJl8AP1mRrUSaRBy3I/s320/vibora_julieta.jpg" border="0" /></div>Psicolocopaticohttp://www.blogger.com/profile/06299934353290380143noreply@blogger.com6